miércoles, 19 de enero de 2011

El futbol de Bob


Bob Marley le dedicó su vida a la música, al Reggae, al movimiento rasta y a jugar futbol. Como muchos ídolos del balón, Marley provenía de un estrato social bajo, al cual nunca rehuyó y trato de reivindicar a lo largo de sus 36 años de existencia.
Nació el 6 de febrero de 1945, en medio de una Jamaica olvidada y sumida en los conflictos que aquejan a la humanidad. La vida le fue guiando un camino, y él forjando su propio destino alrededor de las notas.
El ídolo rasta comenzó a gestarse a través de la creación de The Wailers, grupo musical que nació en 1966 y que revolucionaría Jamaica, al mismo tiempo en que el máximo representante del movimiento rastafarivisitaba la isla. Hailè Selassiè, emperador etíope de 1931 a 1974, le dio el giro a la vida de Marley que tanto estaba pidiendo: la búsqueda de paz, a través de respetar la vida, naturaleza y sociedad.
El año de 1966 resultó crucial más allá de su encuentro con la espiritualidad y anhelo de paz: se jugaba la VIII Copa Mundial, en Inglaterra. Ahí la pasión de Bob encontró un punto sugestivo primordial y con él, la necesidad de visitar ese país.
La música continuó y lo fue llevando por los caminos de la vida. Los éxitos se dejaron sentir y los años que siguieron situaron a The Wailers a nivel mundial. Sin embargo el mapa no los contemplaría en su totalidad hasta su llegada a Inglaterra en 1972. A partir de ahí, Jamaica entera se rindió a sus pies, la comunidad afroamericana lo abrazó y el planeta incorporó al Reggae como un éxito rotundo.
Después de Alemania ’74, nacieron los grandes éxitos de Marley. “I Shot The Sheriff”, “Get Up, Stand Up, Redemption Song” y la inmensa “No Woman No Cry”. En el ’75, luego de haber estado en Norteamérica, regresó a Inglaterra, para presentarse ante los miles de rastafaris que lo seguían; además a finales de ese año volvió a Jamaica, ahora sí, para inmortalizarse.
Un año antes de su nueva gira por Gran Bretaña, colocó en la esfera social y musical un ícono del movimiento Marley/rastafari: “War”. La letra de la canción, una de las más emotivas y significativas, fue extraída del discurso que dio el emperador Selassiè ante la Sociedad de Naciones en 1935 luego de los constantes ataques de Benito Mussolini para derrocarlo.
El fútbol de Bob llegó a su clímax en 1977, en Londres. Siempre con el respeto y música por delante, descubrió un vínculo más estrecho con el balompié. Durante un partido (que se los tomaba muy enserio), resultó lesionado, herido de un pie. Negó la ayuda médica, que le sugería la amputación del dedo gordo, y un injerto calmó el dolor, pero a partir de entonces su vida empezó a oscurecer.
Fue en el mundial de Argentina 1978, cuando Bob Marley se identificó con Osvaldo El Pitón Ardiles, su ídolo futbolero. El argentino era un centrocampista de excelentes cualidades, contención y creativo simultáneamente. Una pieza clave del campeonato de Menotti. Bob se reflejaba en Ardiles por su manera de volver el juego individual en una pieza colectiva de arte, según el cantante.
De la lesión pasó a la enfermedad. Al pie gangrenoso se le sumó un agresivo cáncer. Los ritos, creencias y medicamentos no fueron suficientes para contener a las células degenerativas que ganaban espacio en el cantante jamaiquino. Nunca quiso desprenderse de su pierna, ni de su ideología rastafari, su modus vivendi, su forma de ser.
Robert Nesta Marley, máximo exponente de la cultura contemporánea de Jamaica y el más grande y más querido cantante de reggae a nivel mundial, falleció el 11 de mayo de 1981 invadido por el cáncer con un tumor en la cabeza; pero con un legado inmenso, una escuela musical y un mar de polémicas que nunca lograron ensuciar su brillante carrera, su estupenda imaginación y su pasión por el buen fútbol.  
El balón para Bob, significó lo que su música para sus seguidores.

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