sábado, 10 de agosto de 2013

Amanecimos últimos

La afición de Universidad nunca ha representado un clamor negativo para el club, todo lo contrario suele apoyar incondicionalmente al equipo aun en temporadas donde no parece funcionar ni el característico sonido local de CU. 
Quizá por eso todos los cuerpos directivos que han pasado por allí hayan gozado de la paciencia y tranquilidad que en otros campos escasea. Los Pumas nos hemos acostumbrado al largo plazo, a saber esperar, tener confianza en técnicos y jugadores y sobre todo, a renunciar a los títulos express a cambio de campeonatos fundados en la piedra filosofal del club: nuestra Cantera. Sin embargo, en los últimos torneos, desde que Borja Navarrete y García Aspe están al frente, el azul y oro se ha opacado. 
Conscientes de tener una tribuna entregada, los dirigentes han faltado a su responsabilidad con el espíritu aguerrido y valiente de Universidad y su afición. Cualquier equipo nos gana en CU, un estadio de naturaleza honorable se está convirtiendo en un campo “patito”. Lo peor no es que haya dejado de pesarle a los rivales, sino a sus jóvenes Pumas, una generación sin maestros ni alumnos destacados. 
Nos estamos acostumbrando a mirar la tabla general de abajo para arriba, hoy volvemos a amanecer en los últimos lugares, impensable aun en esas épocas cuando el equipo se la jugaba con planteles juveniles. 
Algo está rechinando en la sólida estructura de Universidad y su patronato; un presidente ajeno, un director deportivo confundido y un entrenador sin personalidad son apenas la cara visible de un problema que tiene que ver con la pérdida de liderazgo a todos los niveles.
 Pumas fue intervenido por las personas equivocadas, afortunadamente la sabiduría del club no está en ellas, sino en su afición.


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