Una oportuna visita.

Este fin de semana llegó a nuestro país el Papa Benedicto XVI, para realizar su primera visita oficial a México luego de las constantes suplicas del presidente Felipe Calderón para que lo hiciera, violando el estado laico y asumiendo que todos los mexicanos somos católicos. Desde luego mi intención no es atacar a los fieles, finalmente la misma constitución plantea la libertad de credo, no obstante lo que sí debemos tomar con reservas son los verdaderos motivos de su visita y las consecuencias tanto políticas, como económicas.

Para empezar, la llegada de Benedicto XVI coincide prácticamente con el inicio de la campaña presidencial, por lo tanto los candidatos obviamente intentarán sacar provecho de ésta, quien podría beneficiarse en mayor medida de estos actos es la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota que intentará consolidarse como “la opción del Vaticano”, gracias a su postura conservadora en temas como el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo.

 Cabe mencionar que Benedicto XVi será recibido con una reforma constitucional, que incorpora el concepto de “libertad religiosa” en el texto, un termino que podría considerarse de sobra porque nuestra Carta Magna siempre ha contemplado este derecho. Las críticas contra su aprobación se basan en el argumento de que vulnera el carácter laico del Estado mexicano, dando prioridad al catolicismo por encima de otras creencias, permite la realización de ceremonias religiosas en escuelas, plazas, empresas, etc. –siempre y cuando no se politicen— y a su vez cualquier servidor público puede aludir a la “objeción de consciencia” al momento de hacer su trabajo; es decir si un doctor tiene que realizar un aborto, y esta acción no concuerda con sus valores, puede rehusarse a realizarlo.


Así mismo en México la propia iglesia católica no respeta la llamada “libertad religiosa”, tan sólo recordemos la persecución de la que han sido objetos los adoradores de la Santa Muerte por parte de la cúpula religiosa, violando de manera flagrante este derecho. Por otro lado, es conveniente hacernos la siguiente pregunta:

¿Por qué el Papa no viene como tradicionalmente lo ha hecho a la Ciudad de México?

La respuesta no requiere de demasiada suspicacia, el Distrito Federal ha estado en el ojo del huracán desde inicios del sexenio por la legalización del aborto y el reconocimiento ante la ley de las uniones homosexuales. Sin duda, la capital del país está a la vanguardia en cuanto al respeto de las libertades indivuales, un tema que historicamente ha sido incomodo para el catolicismo, incluso desde su fundación cuando el cuestionar la palabra de Dios era motivo para ser ejecutado por la Santa Inquisición.


Benedicto XVI también tendrá que lidiar con las protestas de diversas organizaciones ciudadanas y ex miembros de la congregación Legionarios de Cristo, que acusan al pontífice y a su antecesor Juan Pablo II de encubrir actos de pederastia por parte del sacerdote Marcial Maciel que encabezaba dicho grupo. Este hecho ha sido un fuerte golpe para el catolicismo que ha visto reducir su número de fieles desde que se destapó el escándalo.

Sin embargo por encima de toda esta polémica se encuentra el derroche de recursos públicos, se estima que el gobierno de Guanajuato y de los municipios de León, Silao y la capital del estado, gastarán poco más de 136 millones de pesos en la construcción de obras “necesarias” para la realización del acto, sueldo de los elementos de seguridad y limpia, así como otros gastos menores.

Esta cantidad bien podría ser destinada al combate a la pobreza o para incrementar la cobertura en educación en el estado, e incluso en todo el país, pero desafortunadamente para el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva y Felipe Calderón es más importante purificar su alma (y su imágen) con la visita papal, que buscar mejorar la calidad de vida de sus gobernados.